LAS PELUCAS AFRO COMO
RESISTENCIA Y LAS PLUMAS LGBTI, HECHOS EJEMPLARIZANTES.
Pude apreciar los contenidos de la asignatura de Museología de la profesora Nancy Correa, y todos los diálogos hechos en estas, fascinado de ver una defensa y grandeza del concepto de museo en sí mismo, poniéndolo en disputa con sus distintas posiciones, análisis histórico, político, social, la teorización y las tenciones alrededor de este concepto.
A partir de allí cuando se nos comunicó la realización de un ensayo crítico en relación al Museo Nacional, se me vino a la mente dos fundamentales temas a tocar, uno de estos es el comunicado hecho por Amigos Del Museo Nacional sobre una muestra cultural de la comunidad LGBTI en Cartagena liderada por Calle Shortbus, y otra la intervención del artista Nelson Fory del movimiento Roztro sobre los monumentos de Simón Bolívar y Nariño con la obra “Historia Nuestra caballero” de la cual yo mismo he hecho parte desde el inicio, en el acompañamiento, registro fotográfico, y equipo de trabajo del artista. (1).
Entonces de forma casi que arbitraria, antes de terminar de leer los textos bibliográficos más relevantes, para que mi trabajo tuviera un resalte de autenticidad, tome la decisión de entrevistar a Nelson Fory y a Christian Howard Hooker, cada uno para poner en contexto y tención temas relacionados con la museografía en relación con la Historia Nacional, lo sagrado, lo profano, y las posturas alrededor de sus eventos, así mismo me dispuse a organizar mis bibliografías y organizarlas para este texto.
Para mi sorpresa, es que dentro de la webgrafia Revista arcadia, en su artículo: “La misión del Museo no es permanecer lleno de gente, sino preservar la memoria del país” de Humberto Junca, sobre la entrevista a la artista Beatriz González, esta se referiría a la obra de Nelson Fory “La Historia Nuestro Caballero” como un invento de último momento para llamar la atención, pero según ella carente de contenido histórico y no digno de un Museo Nacional, llama la atención que en ese mismo artículo ella diga lo siguiente:
Antes me burlaba de los próceres y de la historia, era una transgresora.
Pero una vez dentro del Museo, me puse a estudiar la colección, me metí al archivo a hacer inventarios y entre otras cosas descubrí a
José María Espinosa y sus dibujos tan maravillosos. (2)
Beatriz González, Esfera Pública, Una triada para referirse, una y
otra vez, al cuestionamiento sobre lo nacional, Katherine Parrado
Lo gracioso de todo esto, es que la obra de Nelson Fory, justamente ha cuestionado los estamentos formales en el que se narra la historia de Colombia, y basándose en una canción del Joe Arrollo desde hace más de diecisiete años nace una obra llamada “La Historia Nuestra Caballero” que no solo es el resultado de una profunda reflexión de años de este artista, y razón misma por la que este se hizo parte del movimiento Roztro, una organización que desde el pensamiento crítico pone en jaque la historia oficial, colonialidad y el patrimonio cultural. (3)
yo me estoy volviendo como Erasmo de Rotterdam que odiaba la vulgaridad. Me parece que los televisores con las telenovelas y los vestidos que usaban las actrices y el caimán inflable —que menos mal se les reventó—, todo eso lo puede usar un artista, lo puedo usar yo en una obra de arte; pero eso no puede hacer parte de una narración del Museo Nacional. Cuando le pusieron las pelucas afro a Bolívar y a Santander en la exposición del Bicentenario el público estaba feliz: mire qué chistoso, qué divertido. Claro, están tratando de ser “controversiales”, como dice la actual curadora, están tratando de llamar la atención, de atraer público. Pero no lo hacen bien.
Entender que esta persona fue la responsable de la curaduría del Museo Nacional por más de 14 años, y la responsable del Guion del mismo, me hace entender muchas cosas de lo que aun hoy sobrevive y existe en la mirada de estos lugares y su conceptualización.
Lejos de la apreciación Beatriz González, la realidad de muchas puestas de Museo como “La Historia Nuestra” de Nelson Fory, es que lo que para ella fue un tema de llamar la atención y de “no hacerlo bien” es en realidad un ejercicio hecho a pulmón y con esfuerzo con las pocas herramientas que nos brinda la vida para reclamar una reivindicación histórica, y un enfoque distinto de las cosas, esta obra actualmente expuesta en los Museos de Europa, se convierte en sí misma en parte de la historia y su reclamo a ser revisada tanto la veracidad de la misma, como la forma en como esta es expuesta, ye so toca de manera directa la museología en sí.
En la página 17 de texto académico tipo catálogo del Museo Nacional sobre el Bicentenario del 2010 fue la primera vez que se hace alucón a la obra de Fory, con una fotografía de un mártir de la independencia de Cartagena con peluca afro, y posteriormente si la intervención sobre el mismo busto de Simón Bolívar en el Museo. (4)
Artículos como el de la Razón Publica “El museo Nacional Del Futuro” escrito por Catalina Ruiz Díaz, se plantea este titulo “El Museo Nacional de Colombia se renueva y quiere presentar una nueva e incluyente visión del país en su sala Memoria y Nación. ¿Alcanzan sus impresionantes logros museográficos para representar la nación colombiana en toda su complejidad?” y nuevamente cita la obra de Nelson Fory sin colocar el nombre de esta obra “historia nuestra” y solo refiriéndose a esta como “se sacaron a la luz las piezas del Palacio de Justicia y se desacralizó la imagen de Bolívar y Santander al permitir la intervención artística de Nelson Fory, quien les puso sendas pelucas afro.” Y aunque tienen en común con Beatriz González en no hablar de la obra con su nombre y sus antecedentes, sí que su postura es distinta al momento de analizarla.
Este artículo escrito en el 2015, responde al artículo de Esfera Pública de forma indirecta al referirse a el artículo de la Revista Arcadia que según el artículo “presentó como un conflicto
personal entre las dos curadoras cuando la coyuntura mostraba otra cosa: que la renovación del Museo Nacional a través de la experimentación (afortunada y desafortunada) ya estaba sucediendo, y que la voz de lo multicutural puede sonar estridente y confusa mientras se afina” (5)
sin embargo en el trascurso de estas líneas quiero referirme a los vestigios de ese mismo elitismo y esos mismos códigos inmóviles que también se conservan en las posturas que se planteas como innovadoras pro parte de este museo y sus administradores y del como las contradicciones son parte de esta cotidianidad.
Todas las citas referenciadas elogian el museo en sí, ya sean las visiones renovadoras, reivindicatorias y reflexiva del papel de los museos, o la simple importancia de los mismos y sus contenidos.
Siempre se cuestiona el papel del Museo Nacional como contenedor, divulgador y agente material de la identidad colombiana. Está bien, hay que aceptar que el guión
curatorial de las salas permanentes tiene uno que otro (s) desliz (ces). Estaremos de acuerdo en algunos momentos con los acérrimos críticos del museo de la nación. Sin embargo, ahora quiero defender conexiones dentro del museo. Conexiones que hacen parte de nuestra identidad, quiéranlo o no.
Esfera Pública, Una triada para referirse, una y otra vez,
al cuestionamiento sobre lonacional, Katherine Parrado
Espera publica en su artículo “Una triada para referirse, una y otra vez, al cuestionamiento sobre lo nacional” con tres elementos que ejemplariza construidos desde una mirada del extranjero, que por más distintas que estos elementos sean estéticamente desde lo cotidiano, construyen una mirada de lo nacional, muchas veces paradójicamente diseñadas desde la perspectiva externa del país.
Es evidente que las posturas reivindicatorias y críticas dentro del museo son burla formas de llamar la atención para personas como Beatriz González, quien además no solo contó con
una gran mediatización sino el respaldo de la misma ministra de Cultura de su momento en el 2011 Mariana Garcés Córdoba. Gonzales plantea en su visión de Museo que de todo su trabajo solo se ha conservado es el área de Federalismo y Centralismo, ya que según ella es la única sala que se ha conservado su guion, ella extraña la sala “Fundadores de la Republica” y se refiere a la museografía actual como deficiente, no me imagino que diría del texto “la museografía y la revolución didáctica” de Joan Santacana Mestre y Carolina Martín Piñol cuando dice: “Si del periódico pasamos a la televisión digital interactiva, lo primero que hay que tener presente es que tecnológicamente el medio permite desarrollar una interactividad muy importante. Su implantación es una realidad, aunque su funcionamiento todavía no se haya extendido ni generalizado en el 2010” (6)
Para mi es algo gracioso leer el “Manual del instructor para ser utilizado con, Cómo administrar un museo: Manual práctico” de Patrick Boylan y Vicky Woollard (7), primero porque narra las características casi como básica escolar, y segundo por seguir viendo como la UNESCO reglamenta en su teoría lo que podría parecer para muchos irreglamentable, modelos de aprendizaje, tipos de estudiantes, gestión, inventario, documentación, visitantes, funciones museísticas, gestión de museo, casi que escuche la voz de la profesora preguntar ¿Qué es lo que falta en este texto?, a diferencia de la parte conceptual de Patrimonio Cultual que nos expuso en las primeros modelos que planteaba en la clase, pues aquí no sería justamente “gente” sino “tensiones”, “critica” y “debates”. Sin embargo, lejos de lo gracioso que pueda esto parecerme, es que sin lugar a dudas este es un documento vital para la estructura mental de un ejercicio museal, e incluso más allá incluso muestra la importancia del
administrador del museo, su calidad humana, posición y su conocimiento en estos temas, es determinante en la manera resultante de dicho museo.
En la asignatura, pudimos explotar los tipos de museos, la historia de los museos, sus motivaciones originales y como estos se instarán luego como instituciones con un prestigio propio, y entender una inquietud que insistentemente preguntaba sobre los “Museos comunitarios” en el que reposan más las decisiones estructurales del museo en ámbitos colectivos y democráticos, en contraposición de las posturas más unipersonales asociado a las lecturas más clásicas.
En primera medida después de tantas lecturas y análisis se podría entender que más allá de dos posturas, que muchas veces se plantean como antagonistas, entre las contemporáneas de reivindicación, reconocimiento, apertura y amplitud y las conservadoras de categorías determinadas, con guiones museísticos rígidos, preservacioncitas, donde el dialogo hacia el público es menso prioritario y sus convenciones son más hegemónicas.
Pero creo que es más complejo que eso, en el texto Museos Nacionales Y Representación: Ética, Museología E Historia de Óscar Navarro, se plantea “Los museos nacionales en América Latina surgen de la necesidad de afirmación de los nuevos estados y como la manifestación de su deseo de modernización, siendo un signo de la incorporación de estas naciones al mundo civilizado”
Al ritualizar y monumentalizar el patrimonio se hace evidente que la función del museo nacional no es meramente la de diseminar el conocimiento sino la de crear una experiencia compartida para generar orgullo y fomentar el consenso y la identificación. Así, un museo nacional crea un sentido de existencia mediante el desarrollo de un imaginario, es decir mediante la reconstrucción simbólica de los horizontes éticos, estéticos, cognoscitivos y culturales de la vida cotidiana y lo hace mediante instancias comunicativas que se apropian de la cultura, creando una realidad social, saberes, espacios de convivencia así como espacios de agresión y dominación formando y reformando la relación entre la gente y lo real. (8)
Museos Nacionales Y Representación: Ética, Museologia E Historia Óscar Navarro – Maestría Virtual en Museología – UNA – Costa Rica
Los discursos de Oscar Navarro no solo hacen un análisis histórico y crítico de los museos en latinoamerica alrededor de la idea de nación, su influencia directa del mundo colonial occidental y de paso planeta su posición ética al respecto de estos, sino que son parte de los imaginarios para pensarnos el discurso y el actuar de la actividad museal de nuestras realidades.
Y así como otras fuentes bibliográficas de manera reiterativa exaltan la labor del Museo Nacional, donde un artista como el integrante de Roztro pudo ser parte sin caer en la burla de sus miembros, también es mi ejercicio ser crítico sobre hechos puntuales alrededor de estos que plantean contradicciones.
La idea de nación misma centralista desde Bogotá queda un poco en crisis y nos recuerda que en Colombia este concepto podría tener peso en origen en personajes como Juan José Nieto Gil y Rafale Nuñez, uno aprendiz del otro, en momentos históricos donde Cartagena erala capital de la nueva granada, y el epicentro de Colombia y su idea de estado.
Este último personaje sin profundizar mucho en elementos que podrían ser vitales tiene hoy en día como rezago de su existencia la Casa Museo Rafael Nuñez, casual o no tan casualmente administrada por la entidad “Asociación Amigos del Museo Nacional” misma que administra el Museo Nacional de Colombia.
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